jueves, 15 de marzo de 2012

Desde mi, es mi proyecto

kDesde mi puedo ver con otros colores
ser sin serlo un caballero
desde mi rompo cristales
desde mi si quiero puedo

desde mi creo palabras
desde mi hasta el final  me pierdo
desde mi rompo barreras
desde mi llego hasta el cielo

desde mi creo el futuro
desde mi no tengo miedo
desde mi caigo y levanto
desde mi me lanzo y vuelo

desde mi sigo luchando
soñando por lo que quiero
desde mi luchar mi vida,
desde mi, si quiero puedo
Desde i es mi proyecto.

"la música, la negación de las frases, la música, la antipalabra" basado en una coneración entre franz y sabina de -La insoportable levedad del ser-

la música, como cualquier otro tipo de arte, es una forma de comunicación, pero no comunica de la misma forma en que lo haría la voz que ahora suena en la radio. La música está viva, y nos acompaña constantemente en lo as profundo de nuestras cabezas, aunque de alguna forma u otra, hay personas que permanecen dormidas a su escucha. Somos seres complejos, y como tales, tenemos la inmensa ecesidad de pensar constantemente, en todo: en lo que hacemos, y en o que no hacemos, en o que deberíamos hacer, y en lo que no deberíamos hacer,  claro, todo elo precisa poner nombre, involuntariamente, a todos y cada uno de los conceptos que pasar por nuestra cabecita, lo cual está my bien cuando hablamos de cosas sencillas y prácticas, en definitva: las hacemos compremsibles. Pero como bien he mentado antes, somos somos demasiado complejos, lo cual quiere decir que en las lineas anteriores  de decía de hablar con palabras que hacemos comprensibles queda completamente obsoleto cuando nos encontramos con algún cpncepto dificil de entender, de procesar, de nombrar, es ahí cuando, en esa pequeña parte de nuestra cabecita despierta y quizás, solo la múica es el único leguanje capaz de hablar por nosotros.

Dedicado a Kike Endolz Nava por haberme ayudado a soportar lo insportable levedad del ser.

lunes, 5 de marzo de 2012

Noches disfrazadas de Gala

Y tu tan guapa, y yo tan pobre. Lo único que compartíamos era la música cutre del local y el morado de la camisa de tu chico, al igual que la mía. Perdía la constancia del tiempo cuando te miraba, revestida de elegancia, rodeada de trajes andantes, perchas huecas. He visto ese punto de inocencia que es tu pupila, mas tarde, agigantada.
La noce continuaba y la fiesta contigo, eras única para marcar el ritmo con tus tacones, aquellos negros que te elevaban hasta llegar a un mundo suerior, lejos de aquel edor a alcohol y salsa. Ahí estabas tú, derrochando amor en cada uno de tus movimientos, de tus brazos, de us piernas, de tunegra melena que caía sobre tu espalda desnuda, amor, amor que solo yo creía, solo yo capaz de respirar, aunque fuese otro el que bailaba contigo.
Pasaba la noche, al igual que transcurren todas esas largas noches disfrazadas de gala, y los cubatas empezaban a hacer juego on mi pajarita, un look esperpéntico, claro que a determinadas horas ya es indiferente la apariencia, total, las fotos bonitas, las buenas, en las que salías tu tan guapa y yo, justamente yo, era el que no posaba a tu lado, sonrientes ante un flash, ya se habían hecho al principio de la noche, cuando tus ojos aun seguían verdes y no rosas, mientras yo mendigaba en la cola un poco de aire y espacio para poder dejar el abrigo, el único que me ha abrigado esa noche. Y tu, flor roja entre las flores, empezaste a marchitarte conforme la noche se acercaba lentamente a su final. Conforme la noche se acercaba lentamente a su final, Sabina dictama las órdenes del momento, yo consolaba a mi solidad, y eras tu, la que le guiñaba un ojo a su nariz, por cierto, preciosa.
Trístemente era así, necesitabas ese maquillae para la realidad, cada cierto tiempo corrías al bañojunto a una amiga a empolvaros la nariz despues hablar con un tipo raro. Nunca antes me había dado tanta pena que una musa casi perfecta fuera quemándose por dentro de esa manera. yo decidí beber, tu, borrar tu vida poco a poco, como un cuento de princesas, en los que las noches se disfrazan de gala, pero sin final feliz.

fin.

Pedro Giménez Endolz