Cuando nos sentamos en nuestro sillón de leer, en la cama, o
aprovechamos un interminable viaje en la línea 1 como es el caso de servidor, y
decidimos abrir “Un mundo feliz” de
Aldous Huxley, nos encontramos ante una historia de ciencia-ficción que nos
hace involucrarnos en un mar de sentimientos, futuros descubrimientos más
realizables de lo que creemos, historias
paralelas cargadas de emotividad y frustración, grandes genios, pobres locos,
un argumento que incita a lector, en este caso un sujeto de 19 años, que ha leído
esta novela futurista, a pensar, con miedo y a la vez fascinación, en todo lo
que el ser humano, torpe y sencillo como parecía en sus remotos comienzos,
cuando se usaban toscas lanzas para poder cazar algún mamífero que llevarse a
la boca, hasta poder crear a los hombres al por mayor, como nos cuenta el autor
de una forma intrigante y utópica. ¿Utópica?, desde mi simple punto de vista no…
el mundo feliz que nos plantea Aldous Huxley, no es tan distinto como el mundo
feliz en el que vivimos, no es tanta la diferencia, hoy en día, gracias a la
cirugía plástica, las mujeres de esta nuestra sociedad occidental, no tiene
nada que envidiar a la misma Lenina, el necesitado soma, lo podemos encontrar
en las tan de moda tarifas de datos, a
las que muchos de los futuros trabajadores, vivimos enganchados y dependiendo
hasta tal punto de hallar nuestra felicidad en ellas, tomando como droga las
redes sociales, la telebasura cada vez mas prolífica en las cadenas de medios,
algo aparentemente inofensivo, como el soma, y más que recomendado, siendo
todos nosotros constantemente bombardeados y acosados con la publicidad
persuasoria obligándonos, de forma “inofensiva” a caer en la esclavitud de tales
elementos, sometiéndonos a incurables complejos, que podemos eliminar en los
maravillosos gimnasios, sustituyéndose así, en tradicional y sano deporte al
aire libre, u otras prácticas sanas, como la lectura, incluso, algunos de mis
compañeros han tenido que leer el libro en formato PDF, ya no se tiene ni por
qué emplear el analógico.
Hay personas que son capaces de permitir que millones de
personas mueran en la más absoluta miseria y pobreza, cobrando cientos de miles
anualmente. Aquí, es donde se demuestra y se ven la crueldad, egoísmo e incomprensión
humanas, que han formado parte de nuestra estructura genética desde el comienzo.
Cualidades que en el año 632 después de Ford, continúan un Mundo Feliz, a pesar
de que en este, el desarrollo de la ciencia aparente haber conseguido un estado
mundial de felicidad. Seré conciso, la Guerra
de los Nueve Años, trajo detrás de si la pérdida de ancestrales prácticas y
costumbres, la reproducción humana ha pasado de
ser natural, a pertenecer como función exclusiva de desarrollo a manos
de ingenieros genéticos, quienes desde sus laboratorios, controlan la cantidad
y la calidad de embriones de probeta, futuras generaciones de trabajadores,
veintenas y veintenas de clones creados mediante el método Bokanovsky, y otras avanzadísimas
técnicas de laboratorio, modulados y diseñados de forma que puedan
cumplir los requisitos del contrato socio-laboral que firman con el simple hecho de su programada existencia,
clasificados por 5 letra griegas, desde
la aventajada élite de los Alfa, los que controlan el cotarro, hasta legar a
los simples Epsilon destinados a la realización de arduas tareas y trabajos
similares a la esclavitud, todos ellos seguidos con tratamientos como el
electroshock para la aceptación de su futura “vida” si se puede llamar así, ya
desde pequeños, los niños de este mundo feliz duermen en grandes habitaciones
comunales en las que dormidos reciben mensajes subliminales para controlar su
conducta y mentes, de acuerdo con el pensamiento Fordiano.
Pero en el mundo feliz, también se cometen errores, como lo
puede ser Heltmoltz Watson, quien a pesar de su categoría de alfa, posee un
físico impropio de la élite, y no puede
tener relaciones sexuales como debería, un simple error de probeta. Personas
que no encajan en esta “perfecta sociedad”, o que son conscientes de que
existen otras formas de vida, como Mustafá Mond , quien deja sus científicas
investigaciones para darse al bien común, una persona que guarda en una caja
las grandes obras maestras de la
literatura, la filosofía y la
religión, quien admite que limitar el
desarrollo intelectual de la mente, está en contra del bien general. O un humano
salvaje que cita a Shakespeare, remoto vestigio, quien llevado al mundo feliz
se siente abrumado entre otras cosas por
la desenfrenada sexualidad de allí, lo que cree está en contra de l dignidad
humana que desde Ford, queda transformada en pertenecer a un estamento.
Esta obra de Aldous Huxley, plantea un dilema similar al que
puedan plantear otras obras como “Matrix”,
“Blade runer”, “V de Vendetta” o que
ya en la antigüedad planteaba Platón en su mito de la caverna. Nos hace
plantearnos hasta qué punto el hombre depende del bien común y de la felicidad,
el control, y lo que de verdad se puede plantear como meta al ser humano, como
tal, no como artificial clon creado a partir de otros , si no como un ser
natural racional, lo que en estas sociedades cada vez mas cercanas a estas utopías planteadas queda encaminado a la extinción, la libertad.
Pedro Giménez Endolz